viernes, 29 de junio de 2012

Verismo: La Decadencia del Arte Moderno - P. Javier Bocci

Verismo: La Decadencia del Arte Moderno
P. Javier Bocci

Material de Lectura para la cuarta Clase Magistral del Curso "Cultura y Contracultura en Nuestro Tiempo"

“Dios es expulsado del arte, envilecido hasta el verismo…” (San Pío X).

Como señala el Diccionario Larrouse, el Verismo es el movimiento estético que se desarrolló en Italia a partir de finales del siglo XIX y principios del XX, y que representaba la realidad sin idealizaciones, centrándose en la descripción de la vida de las clases populares. Como su nombre explicita (en Francia se denominó preferentemente “Naturalismo”), reivindica que el objeto del arte debe ser lo inmediato a los ojos y no alguna elaboración de ello.

El argumento de que “la realidad es así”, ha venido repitiéndose desde entonces, y tiene verdadera carta de ciudadanía en el arte fuertemente teñido de izquierda y apellidado “testimonial” en nuestro país. Ese argumento no vale nada. Porque el arte no consiste en mostrar lo grotesco, sino la belleza: El objeto del arte es el pulchrum, la belleza, no el factum.

El arte es la expresión de la realidad en cuanto bella, la realidad en su esencia y en las infinitas posibilidades de su esencia, no en las infinitas posibilidades de degradación de su esencia que pueden ocurrir en el factum, objeto del saber positivo del modernismo.

Por eso, hasta la eclosión del naturalismo-enciclopedismo-positivismo, el arte era arquetípico y no típico. Se basaba en mostrar los elementos ejemplares y proponerlos como objeto de imitación. Esto llevó, por ejemplo, a poder llamar a Homero el verdadero pedagogo de Grecia, y otro tanto se considera implícitamente a Dante, Cervantes y Shakespeare en sus respectivas sociedades. Aquiles, Ulises, el Quijote, Hamlet, así como Edipo, Gilgamesh, el Cid, contrapartidas del Don Juan, el Avaro, Fausto, entre muchos etcéteras (incluso en los cuentos de niños con la Cenicienta, las “princesas blancas” y los “príncipes azules”, antes que los devaluaran los hermanos Grimm y Walt Disney), son la encarnación de los ejemplos morales, exaltando los buenos y embelleciéndolos para hacerlos deseables, y estigmatizando los malos para hacerlos aborrecibles.

Y por eso antes, en toda obra literaria, de un modo u otro, siempre finalmente triunfaba la bondad y la justicia (por cierto que muy pocas veces ese modo era el happy end: eso es invento de las novelitas rosa, que ya pertenecen al modernismo). Porque su objeto era animar y exhortar al lector a obrar buscando lo bueno y lo justo, nunca para exponer las perversidades, mezquindades e injusticias –que, de hecho, muchas veces ocurren–, sumiendo al espectador en la desesperanza y la acedia.

Y conste que el postergar en el arte clásico a los personajes de condición mínima, no era una cuestión “elitista” en el sentido sociológico de izquierda, sino una cuestión “aristocrática” en el sentido antropológico griego: Se consideraba que el noble era superior porque el superior era el noble, es decir, porque lo que constituía la nobleza era la superioridad, o en otras palabras, porque el que demostraba excelencia era elevado a la categoría de noble para ejemplo y beneficio de toda la sociedad. Patente en la antigua costumbre medieval de armar caballero en el mismo campo de batalla al soldado que se había distinguido en la lucha de un modo superior, u otorgar título nobiliario a quien realizaba un servicio extraordinario al reino, o se destacaba en una rama superior de la cultura.

Esta costumbre se conservó hasta hace poco: así Kiri Te Kanawa, la famosa y celestial soprano lírica de humilde origen maorí, fue constituida Dame de la corona inglesa al igual que grandes divas de extracción más elevada, como la “Stupenda” Joan Sutherland, recientemente desaparecida. (Y por eso también, no pocos héroes de guerra declinaron los títulos nobiliarios obtenidos con el derramamiento de su sangre, cuando el nombramiento se le concedió a los Beatles por su éxito comercial y ventas millonarias). Lope de Vega y el teatro clásico español expresan éste, como todos los valores de la cristiandad, en la obra que lo exalta desde el título: “El villano en su rincón”, donde el protagonista encarna tal excelencia que hasta el rey se disfraza para constatar personalmente su fama. En fin, de aquí el dicho popular “nobleza obliga”, como explica Ortega y Gasset (por otra parte de extracción liberal).

El objeto del arte pues, el arte mismo, es pulchrum, no factum. La crónica periodística del factum es generalmente amarillismo en mayor o menor medida, y tiene inmensa razón Soltzenitsyn en que es mucho mayor el “derecho a no saber”, el “derecho humano” a desconocer la basura inevitable, que el supuesto derecho a conocer cada detalle siniestro que el morbo periodístico se complazca en recabar (y muchas veces inventar). El verdadero derecho “humano” es que quien pretenda difundir, difunda lo ejemplar –lo bueno, verdadero y bello–, o se calle la boca. Porque la basura –la maldad, falsedad y fealdad–, sólo tiene derecho a ser silenciada, ocultada e impedida en su contagio. Más aún, el deber, la responsabilidad que asume el artista es “inmunizar” contra ella.

Sólo el bien tiene derechos. El mal no tiene derecho a nada. Y si el “verismo” es el falso valor de mostrar la maldad, la protervia, la crueldad, la mediocridad y el vicio ‒de los cuales el “Hombre” sin remedio se encuentra rodeado como medio en el cual lucha por conquistar la bondad y verdad y belleza, para alcanzar así su ser-humano (precisamente potencialidad de bondad y verdad y belleza = inteligencia y voluntad que conforman el espíritu)‒, si el verismo pues, consiste en mostrar el punto de partida y no el punto de llegada –el camino, el objetivo–, entonces el verismo no tiene derecho a existir, y menos a ser reivindicado.

Por eso el Verismo histórico, que comienza entronizando en la temática artística cuestiones prosaicas y banales, sin embargo lo hacía elevándolo a la categoría de los valores: El Verismo en el drama lírico u “ópera”, integrado en cualquier historia de la música por Mascagni y Leoncavallo para eclosionar con Puccini, tiene como arquetipo inaugural en el primero de ellos su “Cavalleria rusticana”, esto es, nada menos que “honor entre campesinos” o “nobleza entre villanos”. Pero esa elevación inicial termina irremediablemente hoy día regodeándose en las universales miserias presentes incluso en los estratos más elevados (desde Sissi hasta Lady Di), y en el pisoteo y desprecio de los estados y sentimientos más nobles.

Así, es insólita la elevación al carácter de “arquetipos” modernos de los “antihéroes”, personajes insignificantes que se elevan de la nada a la categoría de héroes, en el protagonismo cinematográfico universal del individuo egoísta y vicioso que prima sobre todas las instituciones nacidas de la razón (como algunos héroes y heroínas de Bruce Willis y Julia Roberts entre muchos otros, y con un ápice notable en “Día de la independencia”). La primacía del individuo sobre las instituciones, universalmente mostradas como perversas, es doctrina común liberal y procede de su dogma primario: “el hombre nace bueno, la sociedad lo corrompe”. Por eso es común en las películas de los actores declaradamente liberales –o sea del partido Demócrata en los Estados Unidos– como Tom Hanks, Susan Sarandon, Jodie Foster, Sean Penn, Cybill Shepherd, Jane Fonda (más bien comunista, aunque, claro está, no con sus millones), más cercanos Pitt y Jolie, y el siempre vigente Robert Redford, que abrió caminos al género con “Tres días del Cóndor”, y años después filmó “Sneakers” (ambos excelentes thrillers, por lo demás).

O los policías (y abogados, y fiscales, y jueces) tan abyectos como los delincuentes que combaten: Antes el policía literario era un hombre de bien, apasionado por la justicia y enemigo de la injusticia, no cómplice fundamental y adversario ocasional.

Y, en fin, los culpables –antiguos “villanos” de nuestra infancia (notar raíz), que encarnaban la maldad e inspiraban espontáneo rechazo–, hoy son protagonizados casi siempre por los personajes positivos, buenos en la naturaleza de su rol (esposos, padres, jueces, sacerdotes, soldados…), que ceden a un lapsus, dejando como lección que todo y todos somos parte de la inmundicia, que quien encarna valores positivos es un “careta” que medra con ese “curro” particular, y que ser bueno o malo es simplemente cuestión de circunstancia. Desalentando radicalmente la virtud y fomentando aprovechar las ocasiones de cualquier ventaja que se presente, porque no tiene sentido la lucha por el perfeccionamiento moral.

Nuevamente: no es que no exista el mal, ni la desdichada circunstancia de ser todos falibles. Eso forma parte de un artículo de Fe que se llama “Pecado Original” (negado por el liberalismo rousseauniano, el naturalismo consecuente y el verismo conclusivo), y la Sagrada Escritura y los santos siempre han dicho que si Dios nos dejara de su mano hasta el más justo caería, cosa que Trento afirma como sentencia al menos próxima a la Fe. Pero aún así hay tres óbices capitales e invalidantes para considerarlo norma y fundamento expresivo (artístico):

1° Si el mal existe en la vida, el bien ciertamente existe también; y en este mundo el bien se eleva desde la misma miseria: no existe en un estado diverso e impoluto.

2° Otra vez: Éste es el objeto del arte, y no aquel barro primordial.

3° Podríamos agregar, aunque no es el elemento determinante (en tanto mediato o conclusivo, como prueba Santo Tomás): Ocurre que Dios sí existe (1); que es fuente de bondad y verdad y belleza, que es lo que propone al hombre para “hominizarse” o humanizarse (2); y que asiste, sostiene y socorre al hombre para lograr ese propósito (3).

Por eso el Papa santo considera al Verismo como la expulsión de Dios en el arte, como citamos al comienzo [1]: porque siendo Dios mismo la Fuente de la Belleza, la única manera de evitar que el arte conduzca a Dios es convertir la fealdad en su objeto, bajo el miserable y contradictorio argumento de que lo malo existe en mayor proporción que lo bueno, lo falso que lo verdadero, y lo feo que lo bello.





Javier Bocci – Noviembre 2010



_______

[1] La frase completa de San Pío X es: “Dios es expulsado de la política con las teorías de la separación de la Iglesia y el Estado; de la ciencia, con la duda elevada a sistema; del arte, envilecido hasta el verismo; de las leyes, informadas por la moral de la carne y de la sangre; de las escuelas, con la abolición del catecismo; e incluso de la familia, a la que se querría ver desconsagrada en sus orígenes y privada de la gracia del Sacramento” [Mons. Giuseppe Sarto, obispo de Mantua,  luego San Pío X].





2 comentarios:

  1. Ho letto lo scritto proposto e annoto brevemente ciò che penso.
    Se il brutto, ciò che è limitato ed esecrabile trova spazio nell'arte, nella letteratura e nella vita, noi con queste manifestazioni dobbiamo fare i conti, perché esistono.
    A cosa possono servire queste opere?
    Spingono a porre una domanda sulla verità del nostro esistere, perché ciò che è brutto non corrisponde al nostro desiderio, non ci soddisfa, in quanto la nostra mente e il nostro cuore sono fatti per la Verità o almeno per il riflesso di essa che indica Altro da noi.
    Inoltre queste opere discutibili ci obbligano a dare le ragioni della nostra Speranza a coloro con i quali entriamo in contatto.
    Ciò che ci circonda o parla di Dio (incontrabile in Cristo, nella Sua Chiesa e in ogni uomo battezzato e consapevole del dono ricevuto) o è un grido verso Dio, affinché si manifesti.
    Insegno Storia dell'arte a studenti tra i 16 e i 19 anni di età.
    Ogni volta che spiego le opere di un artista aiuto i miei alunni a comparare il desiderio di Bellezza, Verità, Bontà, Giustizia, Libertà che è presente nel loro cuore e nella loro intelligenza, con ciò che che studiamo, per vedere cosa può suggerirci di positivo l'incontro con quell'uomo e con la sua espressività. Allo stesso tempo segnalo ciò che manca alla visione della vita dell'artista, perché possa essere esempio illuminante di Verità.
    Una volta una studentessa mi ha interrotto, per pormi una domanda: "Ma allora, professoressa, Dio c'entra con tutto?".
    E' interessante e giusto arrivare a porsi una domanda così semplice, ma non scontata.
    Ho risposto dicendo: " Da quando Dio ha deciso di diventare un uomo, attraverso le viscere di una ragazza di circa 15 anni, non solo possiamo accorgerci che Dio c'entra con tutto, ma anche ci è rivelato il metodo, cioè la strada, per entrare in comunione con Lui."
    Grazie, per le vostre proposte, sempre ricche di spunti e interessanti.
    Scusatemi per aver risposto in lingua italiana.
    Gabriella Stabile Di Blasi
    petronia53@gmail.com

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  2. Cara Gabriella:
    Grazie per la vostra visita e il tuo commento ...
    E dalle vostre esperienze come insegnante d'arte.
    Speriamo che questo servirà a scoprire la verità per noi stessi e gli altri.
    Perdona la nostra mancanza di conoscenza della lingua italiana.
    Un grande abbraccio.
    In comunione.
    Cristian Iglesias
    Centro Pieper
    Mar del Plata
    Chiese cristiane
    Pieper Centro
    Mar del Plata

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